Las aventuras: segunda parte

Siguiendo con la entrada anterior —las aventuras dan para mucho—, hoy sigo con aventuras y su impacto en mi literatura (la de los libros que he leído).
Las aventuras: el inicio

Ya sea épica, fantástica o de cualquier otro tipo (realista, costumbrista, incluso poética… sigo sin saber cuántas categorías hay), “El Libro Lacre” es un libro de aventuras. No hay duda.
Los bosques

Los bosques fueron, son y serán siempre un lugar mágico. En “El Libro Lacre”, esta máxima también se cumple.
Los derechos de autor

Creo que nunca he escrito aquí sobre los derechos de autor. Pues hoy toca.
El cambio

Todos los cambios de nuestra vida, a veces acertados, a veces erróneos, a veces obligados, a veces voluntarios, nos definen como personas.
Acantilados

Los acantilados son, sin duda, un lugar mágico.
Fantastes, de George Macdonald

Dicen que fue la primera novela de fantasía. A mí me ha parecido más lo que su autor dice en el propio título: “Una novela de hadas para hombres y mujeres”.
La censura

Leyendo el muy interesante “Historia de la villa de San Vicente de la Barquera”, del padre José María Pou y Martí (1953), uno se topa con una de esas curiosidades que a veces olvidamos: las marcas de la censura.
Los blasones de Homeria

En estos días estoy leyendo algo sobre Heráldica, ciencia (o arte) del blasón. Apasionante. A raíz de esto, me sorprendo reescribiendo las descripciones de los emblemas de las más importantes familias de Homeria. De momento, he terminado ya con los dos principales: los Ferrison y los Mongaut.
Días de lluvia

Me gusta la lluvia. Más que el sol. Más que los días nublados. Más que la nieve. Tal vez sea por la costumbre nacida en un lugar como Cantabria, donde la lluvia es ese amigo que acude cuando menos te lo esperas, pero con el que siempre puedes contar.