Es fantástico que alguien siga organizando una feria del libro, más allá de las que se montan cada año en el día que lleva su nombre. En este caso me ha tocado estar cerca de la última que han aviado aquí en Galicia, de la que quería hablar aquí hoy.
Organizaciones como la Xunta de Galicia, el Concello de Monforte, la Diputación de Lugo o la Federación de Librerías de Galicia han aunado esfuerzos, y supongo que medios, para que se puedan vender, comprar y hablar de libros en alguna de las principales poblaciones gallegas, como Ferrol, Santiago, Redondela, Vigo, Rianxo o Foz, por citar solo algunas.
La última feria que ha pasado de los planes a la realidad, en estos días, ha sido en Monforte, que me pilla algo más cerca.
Estas son ferias generalistas, en las que hay de todo, pero también se celebran algunas más particulares, como el patio de nuestras casas, tales como la feria del libro antiguo de A Coruña, que ya comenzó y terminará dentro de poco. Pocos placeres sin comida o sudor son comparables a navegar entre montones de libros anejos, oliendo su aroma a tiempo parado, a páginas amarilleadas y a cuero muerto.
El caso es que en estas ferias hay tiempo y espacio para casi todo lo que tiene que ver con este maravilloso mundo de los libros. Cualquier aficionado lo sabe. Cualquier profesional lo sabe. Y cualquier interesado, si no lo sabe, no tiene más que acudir y disfrutarlo para convencerse.
«El Libro Lacre» todavía no está en estas ferias, porque el vago de su autor no se ha movido como para conseguirle un espacio y los libreros y editoriales todavía no han reclamado su presencia. Démosles a todos un poco de tiempo y este enorme error del mundo editorial y de su creador será corregido.
Pero esto no desluce el evento ni desanima al autor o al visitante, que siempre encontrará en las diferentes casetas razones más que suficientes para despertar su interés y (no nos engañemos, este es el fin último de estos despliegues de buenas intenciones) su bolsillo, animado por el descuento siempre presente.
El lema de este año me parece especialmente acertado: Atopa a túa historia (Atrapa tu historia), un resumen conciso y muy oportuno para alguien que ve en la literatura, al menos en la narrativa, una colección de historias capaces de hacernos sentir lo mejor y lo peor, lo más intenso y lo más suave, lo que ansiamos o lo que odiamos de todos nosotros. Historias en las que sumergirnos durante el tiempo que tenemos las páginas desplegadas ante nosotros, para convertir el mundo de hoy en la maravilla del nosécuándonimeimporta.
No solo de libros y de hablar de libros se trata pues, cada vez en más ocasiones y con más frecuencia, en estas ferias se añaden para el público actividades del tipo de teatros, lecturas, espectáculos infantiles o musicales, micros abiertos para decir o declamar casi cualquier cosa… además de las usuales presentaciones y firmas de libros por parte de sus autores, el mejor momento para conocer (durante unos momentos, no es una cena para intimar) a ese escritor que ha calado hondo en nosotros con su trabajo.
Esta feria de Monforte tuvo todo eso, seguro que para goce de todos los asistentes que, como se puede ver en la foto que ilustra esta entrada, fueron no pocos y de todos los pelajes.
Más sobre la feria de Monforte 2024:
Para quien suscribe, además, esta feria comenzó con una charla de lo más interesante, en la que dos escritoras como Abril Camino y María Nieto conversaron para disfrute e ilustración de los presentes acerca de todo y del tema: «De la autopublicación a las librerías», algo que, a este autor en particular le resultó de lo más interesante. ¿Puntos de vista quizá parciales? Seguro. ¿Opiniones subjetivas y conocedoras de únicamente una ración de todo el enorme pastel literario? También.
Pero lo anterior no niega que sus palabras son las de dos profesionales que se dedican a esto, solo por eso respetables, poseedoras de conocimiento que muchos otros no tienen y que no pretendían (o eso deduje) impartir cátedra, sino ilustrar y, en la medida de lo posible, entretener.
Siempre y de casi todo se aprende, no puedo dejar de repetirlo. Esa hora compartida con ellas y con el resto de asistentes a la conversación fue, no solo amena, sino también ilustrativa y pedagógica para quien tenga la escritura como afición o quién sabe si algo más, entre su cajón de quehaceres. Gracias, Abril y María.
Sin más, recomendando siempre en estas ferias la presencia, la compra, la lectura, el curioseo, la investigación, la charla, la escucha, el devaneo, incluso la risa o el despiste, os deseo lo de siempre, no por reiterativo menos actual: felices lecturas.